Hubo… Hablemos de los intercambios

Although the great majority of content – and all blog posts so far – over here is in English, this one made more sense for me in Spanish… the event took place in Spanish, my notes for it are in Spanish, and, as it was basically about swaps in Barcelona, maybe it will be more useful in Spanish. You can count if I commit more mistakes in English or in Spanish now!

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El viernes pasado hubo un encuentro de Un Armario Verde. Éste evento no fue un intercambio – y éste hecho causó mucha confusión entre un segmento de nuestras seguidoras – sino una charla sobre los intercambios de ropa con gente que los organizamos e, incluso, algunos que nunca han estado. Y ocurrió porque:

(a) Liliana vino de visita a Barcelona (todas a seguir su Green Swap Club, famoso por sus memes), y los dos días que coincidíamos entre que yo volviera de vacaciones y ella se fuera de vuelta a México marcaron las únicas fechas posibles.

(b) El intercambio de diciembre me dejó poco satisfecha. A mi me parecía que gente pasaba como por una tienda y no como un evento. Ya sé que no hay problema y, si la meta es circular la ropa, nos vale… pero me dejó una chinita en el zapato.

(c) Yo llevo 15 intercambios organizados en Barcelona entre 2016 y 2019. A veces hay que reflexionar para evitar la huida hacia adelante y quemarse por pérdida de sentido.

(d) A finales de diciembre asistí a una swap party más tradicional enfocada en comunicación y comunidad. Pese a las obvias ineficiencias y cansancio que provoca una cosa así cuando supera cierto número de gente, me entró el deseo de hacer los míos también más “fiestas”… pero tampoco vino alguna idea realista sobre cómo hacerlo.

(e) Tuve mi primer desencuentro desagradable en internet con una crazymaker maldiciéndome. Aquello propulsó muchas vueltas sin pegar ojo con “pero ¿por qué me pide lo que nunca prometí?” y “¿vale la pena pasarlo así de mal por trabajar gratis e, incluso, perder dinero?”

(f) Hacía mucho que quería conocer mejor a las chicas de Slow Fashion n Co. También para dejar de hablar sobre la importancia de la comunidad y las relaciones y hacer algo para tejerlas…

Una vez asumido que, en el peor más íntimo de los casos, vamos a estar las cuatro “protagonistas” – Liliana, Aïda, Clàudia y yo – cada persona más era una agradable sorpresa. Creo que en total, entre los que llegaron tarde y los que tuvieron que irse pronto, unas diez personas más pasaron por el evento. Se produjo una interesante mezcla de experimentadas y interesadas-sin experiencia, lo justo para asegurar que no estábamos hablando sólo entre nosotras. Aunque todas comprometidas con anticonsumismo, moda lenta y sostenibilidad, cada una a su manera. De hecho, la pregunta de cómo llegar a gente más allá de los de siempre salió… pero éste no era un evento de divulgación, sino de reflexión estratégica.

Espero que mis invitadas también se han quedado satisfechas, por lo menos son muy amables y en público dicen lo siguiente:

“Con lo que nos quedamos de la reunión es con la posibilidad de unir fuerzas para crear proyectos más grandes este año que empezamos, la importancia de la pedagogia y la magia de los encuentros!” dixit Slow Fashion n Co.

Lily ha escrito un post entero – A casi dos años de crear el Green Swap Club, allá estuvimos – del cual me quedo con ésto: “Aunque me hubiera gustado explorar ciertos temas a fondo, como porqué hay más mujeres que hombres relacionadas en estas iniciativas o el futuro de la resistencia textil, surgieron temas que me hicieron sentir acompañada y comprendida en este movimiento que a veces se siente un poco de lobas solitarias. Ese día compartimos estrategias y desahogos. Y aunque somos aún pocas lobas, al parecer ya somos una gran tribu que está creciendo en varias ciudades del mundo”.

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Obviamente, la abuela que llevo dentro insistió en snacks. ¡Con razón! Fue la enésima confirmación que unas palomitas de microondas casi siempre es buena idea. El vino no se bebió tanto pero, teniendo en cuenta el entusiasmo y risas que hubo estando serenas, a lo mejor no hacía falta.


He estado pensando en cómo resumir la conversación y creo que me voy a quedar con las preguntas… Obviamente, no se llegó a una llave dorada con la cual perfeccionar todos los intercambio y convertir Barcelona en el modelo de economía textil circular. Pero de todas aquellas quejas, historias de malentendidos, fatiga y satisfacción, ésas preguntas:

La misión pedagógica de los intercambios: ¿Es más potente dejar que la gente experimenta la alegría de deshacerse de cosas y encontrar otras por su cuenta o guiarles con contenido educativo explícito? ¿Puede una charla superar la experiencia? ¿Tenemos una obligación de educar a la gente que está manifestando una clara curiosidad (i.e. su asistencia) por el tema? ¿Habría que facilitar relaciones basadas en traspaso de prendas entre personas o dejar que surjan espontáneamente? ¿Cómo asegurarnos que el intercambio no es sólo una parada más en una vuelta de compras? ¿Es nuestra meta y/o responsabilidad? ¿Todo intercambio tiene un potencial revolucionario? ¿Deber ser nuestro enfoque cambiar las mentes o circular las prendas?

La comunicación: ¿Qué nombre es el más preciso y el mejor entendido: un intercambio, un mercadillo, un trueque, una swap party? ¿Es “un intercambio libre” lo mejor? ¿Cómo evitar los malentendidos en comunicación de las metas y el formato de nuestros eventos? ¿Es posible? ¿Es gente confusa una señal de éxito ya que claramente habemos llegado a alguien que no conoce el concepto? ¿En qué clave nuestra comunicación es más efectiva, humor o seriedad? ¿Trabajamos para una audiencia concreta o intentamos a llegar a cuanta más gente posible? Trabajando en una ciudad con una elevada diversidad lingüística, ¿en qué idioma hacerlo? ¿Aspirar a tener todo en tres idiomas?

El público: ¿A quiénes alcanzamos y a quiénes – no? ¿Por qué los intercambios siguien siendo tan feminizados? ¿Nos falta trabajar más los discursos de sostenibilidad y hacerlo más en la clave de humor para atraer más hombres? ¿Debemos aspirar a cubrir todas las edades o podemos confiar que otras generaciones tienen/tendrán sus formatos de circular ropa? ¿Hasta qué punto nos debe preocupar el sesgo de clase social de nuestros eventos? ¿Preferimos público ideológicamente comprometido con la causa o “novatas” por seducir?

Los formatos: ¿Priorizamos control o agilidad y comodidad? Es maravilloso tener datos de las asistentes y de la cantidad de prendas pero ¿quién va a hacer aquel control? Podría ser beneficioso controlar la calidad de la oferta pero ¿quién va a hacerlo y según qué criterio? ¿Habilitamos espacio para descargar cualquier residuo textil ya que es más fácil para las usuarias o insistimos en conocimiento para discernir y mejorar la calidad de la oferta? ¿Intentamos garantizar un intercambio “justo” (puedes coger el equivalente de lo que has traído) o preferimos mover cuantas más prendas posible? ¿Qué hacer con los free riders y abusonas? ¿Cuáles son los pros y las contras de cobrar una entrada para cubrir costes y, a lo mejor, también para avanzar alguna causa? (Sobre éste tema hice un post hace un meses: Swap Goals and Money) ¿Cómo conciliamos la añoranza por un swap party íntimo con el deseo de garantizar suficiente variedad y no restingir acceso?

Las estrategias con lo que sobra: ¿Qué hacer con el agobio al ver la abundancia de la ropa y las montañas de “sobras”? ¿Es mejor restingir la entrada o dejar que salga todo que sobre en los armarios? ¿Debemos buscar proyectos para colocar las prendas sobrantes o es suficiente deshacerse tal como lo prevee el Ayuntamiento? ¿Con qué intensidad odiamos el sistema municipal y Roba Amiga? ¿Es un mal menor o el demoni por evitar? ¿Hasta qué punto es nuestra responsabilidad montar un sistema de gestión textil entero paralelo? ¿Debemos dejar atrás la noción de la escasez de ropa? ¿Podemos? ¿Hasta qué punto es nuestro deber satisfacer el deseo de la gente “que se aproveche” sus compras malas ganando así ellos karma points en diferido?

Y, por si era poco, para la siguiente conversación nos quedó… ¿Debemos hacer colaboraciones con otras iniciativas? ¿Con quién? ¿Cómo? ¿Hay que hablar de financiación o podemos hacerlo sin dinero? ¿Pueden haber marcas patrocinadoras? ¿O somos decididamente/necesariamente anticapitalistas? Entonces ¿cómo gestionar las voluntarias? Sobre todo, ya que suelen ser nuestras parejas y amigas… ¿Queremos expansión o nuestros proyectos tiene límites naturales? ¿Hemos tocado los límites ya? ¿Es preferible un modelo de una multitud de proyectos pequeños para que cada una encuentre su intercambio perfecto? Pero ¿cómo conseguimos que aquellos proyectos hablemos entre nosotras para tampoco vivir aisladas? A largo plazo ¿es el ayuntamiento que debería mejorar su Renova la teva Roba? (Renova la teva roba: Barcelona’s municipal clothing swap) En un mundo perfecto ¿la gestión de los residuos textil y la circulación de prendas en buen estado debería ser una responsabilidad pública, privada o a base de voluntariado? ¿O es la gente que dejaría de consumir tanto y nos haría obsoletas? …y a la vuelta a las preguntas pedagógicas nos vamos!

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Pues eso, casi nada… lo más importante en ésta ocasión era airearlo todo un poco, compartir unas risas, afirmarnos que no estamos solas, que no hay un modelo perfecto pero que cada intercambio – incluso nuestros menos favoritos – es en general bueno para ganar conciencias y alcanzar gente. Come to the Dark Side, we have cookies… ¡y montones de ropa gratis!

Y, si tienes respuesta a alguna de éstas preguntas, ahí abajo están lo comentarios 😉

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